ACTO I - CAPÍTULO 11

DECISIÓN EN LONDRES

Viernes 15 de diciembre de 2017

Londres Inglaterra

Alexandre y su equipo estaban en Inglaterra para jugar contra el Norwood, el mejor club de futbol de Londres. Aún recordaba el fin de semana en París y cada detalle de lo que habían disfrutado con Victoria. Después de ver la foto publicitaria de Ronald junto al Club de Esgrima, sabía que podía confiar en Boris para vengar su muerte.

Entrenar con la selección francesa y el club lo había obligado a trasnochar las últimas noches para preparar la próxima reunión filosófica, que sería al día siguiente ahí mismo. Por ello, le había dicho a Victoria que no podían verse en Londres. Inventó la historia de que tenía que regresar a Barcelona inmediatamente después del partido. Le dolía tener que mentirle, pero no tenía otra opción. Le prometió que el fin de semana siguiente estarían juntos en Barcelona y cenarían en el mejor restaurante.

Desde la ventanilla del avión había visto el río Támesis, la Casa del Parlamento y Hyde Park. Minutos después habían aterrizado en el aeropuerto de Heathrow. Cuando el autobús que los había llevado al hotel había cruzado el puente de Westminster habían visto el Big Ben a su izquierda.

¡Gong! El famoso reloj había sonado como anunciando su llegada. Tenían que vencer al Norwood y la bienvenida de la campana del Big Ben parecía un buen augurio.

75

Sin duda que Londres, la ciudad natal de Ronald, era una ciudad con personalidad. Todo era muy típico británico, desde conducir en el otro lado hasta los peculiares autobuses y taxis.

Habían llegado al Hotel East Walker Palace que estaba a sólo cinco minutos del Her Majesty’s Stadium donde jugarían el partido.

Cuando había bajado del autobús y entrado al hotel, Victoria apareció por sorpresa.

—¡Oh cariño! ¡No pude resistirme de venir a verte!

—Es lo mejor que me ha pasado en el último mes —respondió Alexandre.

Se sentaron en los grandes sillones cerca de la barra y ella le dijo que se iba a quedar con unas amigas en Londres, en un fin de semana de solo para mujeres. Media hora más tarde Alexandre ya estaba solo en su habitación.

Victoria lo había sorprendido porque nunca aparecía por sorpresa cuando habían acordado otra cosa con anterioridad, pero él se alegraba de haberla visto. Sin embargo, sintió que algo le estaba pasando. La notó insegura, débil, apagada y con una tristeza en sus ojos. Desaparecer una vez al mes sin que nadie supiera donde iba, sabía que era difícil para ella, pero amaba a Victoria y no tenía intención de dejarla. Ella nunca había desconfiado de él, pero ahora a veces le daba la impresión de que sí. En ese momento recordó el beso que le había dado Francisca en Villa Ascolassi, pero rápidamente la sacó de su mente.

Pensó de nuevo en Victoria, “¿Cuánto tiempo más resistirá?” Lamentablemente, no podía decirle nada de que estaba escribiendo el libro, pero era por su propio bien.

Pero Francisca volvió a sus pensamientos y se dio cuenta de que ambos eran cómplices en la misión de escribir el libro y, en ese sentido, la estaban engañando, ¿o no? “¡Mentiroso! ¡No la estoy engañando!” pensó. “¿Pero acaso no quieres acostarte con ella? ¡Te tiene hechizado! ¡Confiésalo!” se reprochó a sí mismo al recordar cuando la había visto salir de la piscina. ¿Y quién no querría acostarse con ella? ¡Es la mujer más seductora que vi en mi vida! pensó. “Sí, soy un mentiroso, ¿y qué? Necesito serlo si quiero protegerla. ¡Pero hoy me rompió el corazón verla tan debilitada!” pensó recordando el rostro de Victoria.

76

Sabía que quedaban varios meses para terminar el libro y no sabía si Victoria resistiría. No quería perder a Victoria, pero lo prioritario era terminar y publicar el libro a cualquier precio, incluso si tuviera que perderla. En un momento de claridad pensó, “¡Qué estás diciendo! ¡Despierta! ¡No se trata de ‘esto o lo otro’, sino de ‘esto y lo otro’! ¡Me casaré con ella lo antes posible!

77

Una Mente Excepcional, por Charles Kocian. Copyright 2024. Todos los derechos reservados.

Translate »