Lo primero que hizo, fue pedirle a Lenel que contratara a un sicario para matar a Bolt en su apartamento. Debería matarlo tres horas antes del funeral de Ronald, según la carta astrológica de la hora apropiada para cometer el asesinato. Pero había otra condición. Lenel tenía que darle el nombre y la foto del sicario quien debería usar un tipo de arma, silenciador y balas apropiadas que Franco le diría, y por las mismas razones: magia astrológica. Franco le prometió a Lenel que si cumplía lo nombraría jefe de La Familia en todo el mundo, oferta a la cual no pudo resistirse. Antes de que el sicario asesinara a Bolt, Lenel debía estar en un lugar público a trescientos metros de Casa Milá, en un lugar y hora específicos, también por motivos astrológicos. Debía esperar allí para recibir una llamada. Después tenía que ir al apartamento de Bolt y buscar un pendrive amarillo sin importar lo que viera en la escena del crimen. Lenel no sabía que contenía el pendrive. Se lo tenía que entregar a Franco en el funeral de Ronald y no podía copiarlo ni leerlo. Lenel decidió hacer exactamente lo que le pidió. Era su oportunidad para alcanzar todo el poder que necesitaba en La Familia para hacer la purga que quería hacer y no lo traicionaría porque sabía que lo estarían vigilando. ¿Pero cómo podrían enterarse si copiaba el contenido del pendrive antes de entregárselo a Franco?
Lo que Lenel nunca supo es que el día del funeral de Ronald, Franco, a solas, sin decirle nada a nadie, fue a Casa Milá a esperar al sicario que había contratado Lenel. Tenía su foto y supo que era él cuando llegó. Su nombre era Piero Santini. Cuando lo vio entrar al edificio, subió con él al ascensor, disfrazado de electricista, vestido con un jockey y un overol calipso. Le apuntó con una pistola con silenciador y lo llevó al apartamento de Bolt. Cuando este abrió la puerta Franco le disparó a él y al sicario en la cabeza y ambos cayeron muertos al suelo. Con guantes de goma, tomó el arma del sicario y se la puso en las manos de Bolt para marcar sus huellas dactilares.
Luego se llevó todos los pendrives y dispositivos de memoria de los computadores de Bolt. Antes de irse, con el cuidado de un relojero, pateó los cuerpos y rostros de los dos cadáveres que yacían sangrando en el suelo, destrozó una silla y otros muebles y se llevó algunos objetos de valor fabricando pruebas falsas de un robo frustrado con violencia. Prestó atención hasta al más mínimo detalle.
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