ACTO II - CAPÍTULO 1

ARMAGEDÓN EN BARCELONA

Jueves 24 de mayo de 2018

Barcelona ​​España

—¿Qué pasa Boris? ¿Por qué querías verme tan urgente? —preguntó Alexandre.

—Hay buenas y malas noticias —dijo Boris—. La buena es que supimos que Franco Gambino colocó la bomba en el avión del Sr. Walker.

—¿Cómo lo sabes?

—“La Mano Invisible” dio las pistas y mis hackers lo confirmaron.

—¿Estás seguro?

—Sí.

—¿Esa es “La Mano” que hackeó tu celular?

—Sí.

—¿Y por qué ahora la llamas “La Mano Invisible”?

—Mis hackers la bautizaron así porque no hay forma de rastrearla.

—¿Nos está ayudando?

—Aparentemente sí, pero podría ser una trampa.

—Esa era la buena, ¿cuál es la mala?

—Mis hackers descubrieron que cuatro bombas nucleares explotarán en la final del Mundial de Futbol en Rusia.

—¿Qué?

—Explotarán en Moscú a las 20.00 horas del domingo 15 de julio —agregó Boris.

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—Pero, ¡qué dices! ¿Estás seguro?

—Confirmado.

—¿Con qué probabilidad de certeza? —preguntó Alexandre.

—Noventa y cinco por ciento?

—Pero, ¡Como puedes calcular eso!

—Es el resultado de todas las simulaciones que se hicieron. Ese porcentaje es el promedio de todos los algoritmos probados. Algunos dan el noventa y nueve por ciento y el más bajo es el noventa y dos. Sé que es difícil de creer. Tampoco fue fácil para mí. Mis contactos en los servicios de inteligencia militar lo han confirmado. Te vuelvo a decir. Hay un noventa y cinco por ciento de probabilidades de que las bombas exploten para la final del Mundial. Para mí es un hecho que ocurrirá —dijo Boris.

—Entonces tenemos que avisar al presidente de Rusia para que suspenda el Mundial —dijo Alexandre.

—Los presidentes nunca han gobernado del todo y menos en las cosas importantes. Esto está más allá de su poder. Yo sólo confío en mis hackers y red de amigos en varios servicios de inteligencia. Los llaman sombreros blancos. Si vamos al presidente los arrestarían a todos.

—¿Cómo pueden estar tan seguros que las bombas estallarán?

—Son profesionales y tienen sus métodos. Cruzan información con otros hackers de los servicios de inteligencia de otros países. Tenían una sospecha y ya te dije que se confirmó por varias fuentes.

—¿Y sabes dónde están las bombas?

—Cerca de Moscú, pero no exactamente dónde.

—¿Tienen un reloj para detonar en la final del mundial?

—Sí.

—¿Por qué no piratear los relojes e impedir que exploten?

—Se puede, pero se necesitan los códigos.

—¿Qué códigos? —Alexandre preguntó y abrió los ojos—. ¿Qué? ¿Los códigos del pendrive? —volvió a preguntar.

—Sí, el último mensaje cifrado que te envió Ronald antes de morir, ¿te acuerdas que dice?  

—Códigos en pendrive —respondió Alexandre recordando el extraño mensaje en clave.

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—Ronald sabía que los códigos detendrían los relojes de las bombas. Por eso lo mataron a él y a Bolt quien era contratista para la CIA y para el MI6. ¿Captas la conexión? Se conocieron por el trabajo que hacían en inteligencia —dijo Boris.

—Entonces Ronald nunca me mintió. Él me dijo que lo entrenaba la CIA. ¿Tú crees que trabajaba para el MI6? —preguntó Alexandre.

—Es casi concluyente —respondió Boris.

—Bueno, no tiene caso saber si ya está muerto —replicó Alexandre—. Lo importante ahora es encontrar al pendrive con los códigos para impedir que las bombas exploten. No podemos permitir un desastre nuclear en la final del mundial.

—Es peor —dijo Boris.

—¿Peor? ¿De qué estás hablando?

—Del fin de la civilización.

—¿A qué te refieres?

—A la Tercera Guerra Mundial —respondió Boris hizo una pausa y continuó—. Hicimos varias simulaciones de ataques y contra ataques entre países que tienen bombas nucleares y todas concluyen lo mismo: cenizas. La secuencia de hechos se resume así —hizo otra pausa y siguió—. Cuatro bombas mil veces más poderosas que la de Hiroshima estallan en la final en Moscú. Es borrada del mapa y se hace como un ataque de bandera falsa para que Rusia crea que fue China. Rusia descubre la trampa, pero cae en otra: cree que fue Estados Unidos. Rusia dispara varias ojivas hipersónicas desde sus submarinos nucleares y borra del mapa a Nueva York, Washington DC, Chicago, San Francisco, Miami, Boston, Dallas, Seattle, Las Vegas, Los Ángeles, Houston, Filadelfia, Detroit, Silicon Valley, San Diego, Honolulu, Arizona, Atlanta, Indiana, Indianápolis, Denver, Austin y otras ciudades estadounidenses más la totalidad de sus bases militares y centros de producción. Estados Unidos finge echarle la culpa a China para justificar el ataque y borra del mapa a Shanghái, Pekín, Cantón, Hong Kong, Tianjin, Wuhan, Shenzhen, Chongqing, Shenyang, Harbin, Chengdu, Hefei, Zhengzhou y cincuenta ciudades más cada una con más de dos millones de habitantes, sus centros de producción y bases militares.

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Pero además Estados Unidos ataca a las cenizas de Moscú y demás ciudades de Rusia, incluidos San Petersburgo, Novosibirsk, Ekaterimburgo, Nizhni Nóvgorod, Volgogrado, Sarátov, Perm, Samara, Omsk, Cheliábinsk, Kazán, Krasnoyarsk, Vorónezh, Ufá, Vladivostok y todas las demás ciudades incluidas sus bases militares y centros de producción. Israel aprovecha la confusión y borra del mapa a Palestina, Irak, Siria, Jordania, Sudán, Egipto, el Líbano, Arabia Saudita, Turquía e Irán. Pakistán borra del mapa a Israel. Estados Unidos borra del mapa a Pakistán e India ataca lo que queda de Estados Unidos. Por su parte, lo que queda de Irán, Rusia, China, India y Pakistán borran del mapa lo que queda de Israel. La OTAN, Europa y Reino Unido no pueden evitar involucrarse y son borradas del mapa junto a Londres, París, Berlín, Roma, Madrid, Ámsterdam, Budapest, Praga, Viena, Oslo, Venecia y las demás ciudades de Europa donde quedan solo cenizas. Todo el hemisferio norte es arrasado con bombas nucleares en cuestión de horas. Nuestra civilización tal como la conocemos termina en un día. La radiación e invierno nuclear acaba con las cosechas y sobrevivientes. Los ejércitos de las grandes potencias mejor preparadas junto a una elite de civiles super ricos sobreviven en instalaciones subterráneas profundas y los más listos heredan la Tierra —dijo Boris.

—¡Éste es el exterminio nuclear que quiere La Familia! ¿A eso se referían lo que escuchamos en la grabación? —preguntó Alexandre abrumado y pensó, “¡No puede ser cierto!”

—Sí —respondió Boris.

—¿A eso se referían cuando dijeron que iban a renacer desde las cenizas después de ver los fuegos artificiales desde el sur? —Alexandre preguntó y pensó, “¡Victoria debes irte a Australia a la casa de tu tío!” 

—Sí, a eso se referían. Cuando dijeron que la gente rogaría que le pusieran cadenas para construirle el mundo a sus hijos, hace sentido, pues en un caos como ese todo el mundo rogará por un gobierno fuerte. Problema, reacción, solución. Siempre usan la misma fórmula. Crean un problema artificial para que la gente ruegue por una solución que es lo que ellos querían hacer en primer lugar, pero que no se puede en condiciones normales. El hemisferio norte en cenizas no tendrá nada de normal y la gente aceptará cualquier cosa. ¡El futuro que La Familia quiere es una dictadura mundial fascista donde ellos gobiernen usando mano dura e inteligencia artificial! —dijo Boris.

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—¿Qué vamos a hacer Boris? ¡No podemos quedarnos cruzados de brazos! ¿Ya están activados los relojes para que exploten las bombas? —preguntó Alexandre, frunciendo el ceño y abriendo los ojos, tanto que casi se le salen.

—Sí, están activados —dijo Boris—, realmente la situación es difícil, no lo niego.

—¿Difícil? ¡Es catastrófica! ¡Vamos con los periodistas! ¡Tengamos una conferencia de prensa! ¡Tenemos que hacer algo! —exclamó Alexandre.

—Si los medios te dan una plataforma te tomarán por loco.

—Entonces, ¿no hay salida? —preguntó Alexandre.

—La única salida es encontrar el pendrive con los códigos —dijo Boris.

—¡Boris, tienes que encontrar el pendrive! —exclamó Alexandre desesperado y pensó con lágrimas en sus ojos, “¡Por favor encuéntralo!”

—Lo intentaré —respondió Boris y hubo un largo silencio, luego añadió— ¿Por qué no te vas, Alexandre? Lleva a tus seres queridos a un lugar seguro en el hemisferio sur.

—¿Y si encuentras el pendrive y paras los relojes de las bombas? ¡Boris no! ¡No me puedo ir! ¡No puedo dejar a mis compañeros de la selección de Francia solos! ¡Me necesitan para ganar el mundial! —exclamó Alexandre.

—¿Qué importa un Mundial de futbol? —preguntó Boris y continuó—. ¿No es mejor que sigas con vida para reconstruir lo que quede del mundo? ¿Vas a dejar morir a tus seres queridos cuando puedes salvarlos? Lo más probable es que no encuentre el pendrive. ¿Dónde buscarlo? El pajar es muy grande y la aguja es muy chica. Y si lo encuentro no garantiza desactivar los relojes de las bombas. ¡Alexandre! ¡Esta es una misión imposible! ¡Mejor sálvate y vete a Australia o Sudamérica!

—¡No voy a vivir como una rata escondiéndome de esos psicópatas! —dijo Alexandre—. ¡No me preguntes más! ¡Si tengo que morir, moriré en Moscú con mi gente! ¡No voy a abandonar a la selección de Francia! ¿Qué pasaría si tus hackers estuvieran equivocados?

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—Ya te lo he dicho hasta el cansancio. Son profesionales de inteligencia militar, los mejores hackers del mundo y lo han confirmado en varios países —dijo Boris perdiendo la paciencia.

—¿Pero tienes alguna evidencia? —preguntó Alexandre.

—¿Otra vez? ¡Pero si ya te la he dado! Se que cuesta creerlo, pero te diré algo más. ¿Recuerdas cuando se produjo el intento de golpe de Estado en Turquía en 2016?

—Sí. Fue una noticia que salió en todas partes.

—La OTAN trasladó cuarenta bombas nucleares tácticas B61 desde la base de Incirlik a Rumania y durante el traslado alguien reemplazó el uranio enriquecido en sus ojivas nucleares.

—¿Y se confirmó ese robo? —preguntó Alexandre.

—Sí, y con todo ese uranio se pueden hacer cuatro bombas nucleares, cada una mil veces más poderosas que la de Hiroshima. ¿Captas la gravedad del problema? Estamos a punto de ver el fin de la civilización tal como la conocemos y el comienzo de un mundo completamente diferente —dijo Boris.

En ese momento Alexandre pensó que, en aquellas circunstancias, arriesgar su vida para escribir un libro era ridículo. ¿Qué importancia podría tener un libro filosófico ante un exterminio inminente?

—¿Crees que un libro pueda evitarlo? —preguntó Alexandre sin darse cuenta de que preguntaba algo que no debería haber preguntado. Boris lo miró intrigado, como si no estuviera seguro de lo que había oído—. ¿Qué podemos hacer para evitar el Armagedón? —Alexandre cambió la pregunta para ocultar la anterior y pensó, “¿En estas circunstancias tendrá sentido mantener en secreto que estamos escribiendo el libro?”

—Quizás el exterminio es inevitable. De todos modos, intentaré encontrar el pendrive —le dijo Boris aún sorprendido por su pregunta anterior y pensó, “¿Por qué mencionó un libro? ¿Serán verdad mis sospechas?” luego dijo—. Te diré algo más. Aunque mis hackers y redes son agentes de inteligencia entrenados, están asustados. Nunca vi algo así antes. Nadie sabe en quién confiar. Hay infiltrados y espías por todas partes —dijo Boris, todavía sorprendido por la pregunta de Alexandre sobre el libro.

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—¿Qué otras pruebas tienes de este probable exterminio? —preguntó Alexandre.

—Hay algo más y te voy a contar. Ocurrió el año pasado y a pesar de que salió en todos los periódicos, nadie le dio importancia. A veces creo que los gobernantes están dormidos y los gobernados se comportan como sonámbulos —dijo Boris.

—¿Qué salió en todos los periódicos? —preguntó Alexandre.

—Rusia hizo pública la noticia de un simulacro de ataque nuclear a gran escala. Movilizaron a toda la población civil y militar para esconderse a cientos de metros bajo tierra —dijo Boris.

—¿Cómo el metro de Moscú y San Petersburgo que son muy profundos? —preguntó Alexandre.

—Sí. El simulacro del Armagedón nuclear fue para prepararse a un ataque con ojivas de cincuenta megatones.

—¿Cincuenta megatones? ¿Como la bomba Zar?  —preguntó Alexandre.

—Sí. Una bomba Zar es tres mil veces más poderosa que la bomba de Hiroshima. ¿Te imaginas el daño que una sola puede causar?

—No. Cuéntame.

—La presión bajo la explosión es de más de doscientos mil kilos por metro cuadrado; la temperatura en el lugar de la explosión se acerca a los 300 millones de grados centígrados, quince veces más que la temperatura del sol; la intensidad de la luz es tan poderosa que puede verse desde más de mil kilómetros de distancia, y la onda de choque puede carbonizar a cualquiera en un radio de cien kilómetros a la redonda; el hongo, es siete veces más alto que el Everest; su onda expansiva, rompe los cristales de los edificios en un radio de novecientos kilómetros.  Ahora debo irme —dijo Boris, se levantó abruptamente de su silla y pensó, “¡Esto es una tortura!”

—¿Pero no vamos a hacer nada? —preguntó Alexandre.

—Te he dicho todo lo que sé. Tendrás que tomar tu propia decisión. Buscaré el pendrive y me pondré en contacto contigo si es necesario. Localízame con uno de los dispositivos SOS que te he proporcionado si necesitas ayuda —dijo Boris y pensó, “¡Que triste! ¡Tal vez sea la última vez que te vea!”

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—Está bien, adiós Boris —dijo Alexandre y se dio cuenta que tal vez sería la última vez que lo vería.

Boris empezó a alejarse y después de dar tres pasos se detuvo y quedó quieto dándole la espalda a Alexandre que lo miraba. Era una larga pausa como si estuviera pensando en algo para tomar una decisión importante. Se dio vuelta, miró a sus ojos, caminó y se detuvo frente a él. Extendió su brazo derecho y colocó su mano gigante sobre su hombro izquierdo.

—Alexandre, buscar el pendrive es urgente, esa es mi misión; terminar el libro, es necesario, esa es la tuya. Mataría al hombre que no lo hiciera —dijo Boris con expresión solemne y sin quitarle los ojos de encima. Después de una pausa retiró la mano de su hombro, giró sobre sus talones y se alejó.

Alexandre no podía moverse cuando desapareció detrás de la puerta principal.

Una avalancha de preguntas invadió su mente, compitiendo por su atención, mientras pagaba la cuenta y salía de la tienda hacia las calles de Barcelona.

¿Cómo sabía Boris que estaba escribiendo el libro de Ronald? ¿Lo había amenazado de muerte si no lo terminaba? Sí.

Mas preguntas aparecieron en su mente. Si Ronald trabajaba para el MI6, ¿lo habían matado porque sabía que los códigos impedirían que explotaran las bombas? ¿Qué urgencia había en terminar el libro ante un inminente holocausto nuclear? ¿Valía la pena seguir con las reuniones filosóficas? ¡Qué importancia podía tener la filosofía en un momento así? ¿Huiría a esconderse al sur?  ¿Huir? Esa palabra no estaba en su ADN.

Continuó caminando por las calles de Barcelona y sus esquinas octogonales. No quería que esa ciudad que amaba sufriera la misma suerte que Hiroshima y Nagasaki. ¿Y Londres y París? Pensar en ello era una pesadilla que lo entristecía. Tenía que intentar algo, pero ¿qué?

Perdido en sus pensamientos, se sintió como si estuviera en medio de un túnel sin salida, hasta que apareció una tenue luz al final del túnel, y la luz empezó a hacerse cada vez más grande. Imaginó a una sociedad educada desde abajo, capaz de elegir a gobernantes racionales y una clase media que se educara a sí misma sobre premisas científicas. Ese era el papel del libro y estuvo de acuerdo que Boris lo matara si no lo terminaba.

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Recordó la mirada de furia en los ojos de Ronald, que habría hecho huir al mismo demonio del infierno, cuando le había dicho que acabaría con las sociedades secretas y su hipocresía mística, y que no lo verían venir. El libro de filosofía que quería escribir era la herramienta para que cada familia se educara a sí misma. “Ahora comprendo lo que querías hacer”, pensó.

Se dio cuenta que solo los padres que descubrieran el valor de la razón serían capaces de promover la razón a sus hijos, es decir, educar a sus hijos para vivir en la realidad objetiva y ser capaces de elegir a gobernantes racionales. La educación de los hijos debía comenzar en la privacidad de cada familia. Padres racionales educando a hijos racionales era algo mucho más poderoso que miles de bombas nucleares o un ejército de sociedades secretas irracionales, sectas místicas basadas en la fe y textos sagrados, políticos y jueces corruptos. Pero el problema era que no existían padres racionales ni personas interesadas en comprender la realidad objetiva. ¿Qué hombre o mujer se interesaba por aprender filosofía objetiva para enseñársela a sus hijos? ¡Nadie! ¿Como iban a educar a sus hijos en filosofía objetiva si ellos no se educaban primero? ¿Se daban cuenta del problema? ¿Les interesaba? ¡No! ¡No tenían tiempo! ¡Mas importante era hacer vida social, por el solo hecho de hacer vida social! ¿Educar a los propios hijos? No. Pero, ¿acaso eso no era cosa del Ministerio de Educación? ¿Acaso no era cosa de tener suficiente dinero para pagar el mejor colegio o la mejor universidad? ¿O tal vez ir a la iglesia todos los domingos y escuchar la predica? En los distintos países del mundo, ¿estaban los Ministerios de Educación, colegios y universidades interesadas en enseñar filosofía objetiva? ¿Era negocio enseñar a pensar basado en la realidad objetiva? Los matrimonios jóvenes, ¿estaban interesados en esto o quizás estaban demasiado preocupados en trabajar para pagar la hipoteca, la cuota del auto o el último viaje de vacaciones? ¿Qué impacto social tendría para la especie humana que padres racionales educaran a sus hijos para ser racionales? ¿Aseguraría un futuro racional para que hijos y nietos racionales pudieran elegir a gobernantes racionales? ¿Sería esa una humanidad real y honesta a prueba de políticos irracionales corruptos?

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El ser humano era un mono que hacía poco se había bajado del árbol, que había progresado mucho tecnológicamente, pero en la moral racional, casi nada. Pero, aunque el ser humano se diera cuenta de su estancamiento moral, elevarse a sus mejores posibilidades no era fácil, pues se necesitaba mucho coraje para descongelar los prejuicios, dogmas, creencias y aspectos irracionales de la cultura donde se nacía. Si lograban descongelar lo irracional, después debían elegir nuevas premisas y volver a congelar nuevos hábitos racionales y de pensamiento crítico, aunque fuera en contra la corriente. ¿Estas cosas en el Ministerio de Educación, un colegio o una universidad? ¿Aprobar un test de filosofía objetiva para renovar la licencia de ciudadano racional habilitado a votar? ¿Candidatos a presidentes de un país, senadores y otros debiendo aprobar los mismos test que le hacen a los candidatos que postulan al cargo de una empresa? ¿Una ley que estableciera que todos los candidatos presidenciales tengan el mismo presupuesto para sus campañas? A veces era pesimista en un futuro racional para la humanidad, pues eso era muy difícil por la presión social que castigaba al que pensaba por sí mismo, y porque los gobernantes, la propaganda, la manipulación financiera y sociedades secretas no lo iban a permitir. Captó que Ronald había entendido la dimensión de problema que se repetía en la historia y por ello había decidido escribir el libro para solucionar el origen del problema de la humanidad de una vez por todas. Alexandre se dio cuenta que, más que un libro, Ronald quería crear un nuevo sistema educativo autodidacta y ponerlo en manos de los gobernados, no para que los gobernaran los gobernantes sino para gobernarse ellos mismos, para convertirse ellos mismos en los soberanos de su propia mente.

El libro, quizás junto a un juego de mesa con tarjetas de preguntas, una idea que se venía gestando en la mente de Alexandre, sería un sistema auto educativo que proporcionaría las claves filosóficas para que cada ser humano pudiera esculpirse, y convertirse en la mejor versión de sí mismo, lo mejor que podía y debía llegar a ser como ser humano. Padres educados educarían a sus hijos en la intimidad de cada familia jugando un juego de mesa que pasaría a ser parte de la cultura. Tuvo una visión de una humanidad racional y heroica. Alexandre se imaginó a las Olimpíadas Éticas Racionales como una competición deportiva entre diferentes planetas.

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Una vez más pensó que el hombre del nuevo renacimiento tenía que ser educado no en las escuelas sino en la privacidad del hogar, y esos hijos educados de padres educados era el hombre que conquistaría el cosmos, de lo contrario, la Tierra exportaría basura filosófica a otros planetas.

Sintió la urgencia de terminar el libro y lanzarlo en la inauguración del Mundial, en muchos idiomas, para que mucha gente lo comprara antes de que explotaran las bombas. Sabía que solo quedaban tres semanas para la final del mundial y todavía faltaba la última reunión filosófica. ¿Alcanzarían? ¿Lanzar el libro junto al juego? ¡Pero el juego era sólo una idea! ¡Tenía que crearlo! ¡En tres semanas y con mucho trabajo en vísperas del Mundial, no había tiempo suficiente! pensó, “¡Olvídate del juego y publica el libro ya! ¡Aprovecha la publicidad del mundial para que se venda!”

Lamentó no haber tenido más tiempo para crear el juego. Pero el libro tenía que publicarse en la inauguración de la Copa del Mundo, porque la gente tendría un mes para comprarlo antes del Armagedón. El plan era simple. Tenían que hacer la próxima reunión filosófica, pulir el libro y publicarlo ojalá junto con la inauguración del mundial el 14 de junio, es decir, tenían solo tres semanas. El Armagedón nuclear sería el 15 de julio, en siete semanas y media. Si publicaban junto a la inauguración, habría un mes para hacerle publicidad junto al mundial y venderlo en todo el mundo. Los sobrevivientes que alcanzaran a comprarlo, con él podrían reconstruir un mundo mejor. Cuando llegó a su apartamento, escribió el plan y calendario de trabajo que compartiría con Arturo y Ricardo en la próxima reunión filosófica que sería en Atenas.

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Una Mente Excepcional, por Charles Kocian. Copyright 2024. Todos los derechos reservados.

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