—¡Oh, me encantaría! Pero ahora déjame invitarte yo. ¿Por qué no vienes al apartamento de Alexandre y almorzamos algo? Tengo de todo para cocinar.
—¡Me encanta la idea! Espérame aquí. Voy a ir a buscar algo y ya vuelvo —dijo Francisca con su dulce voz.
Victoria se sintió triunfante. Era su oportunidad de enfrentarse al enemigo en su propio territorio. A veces le parecía que Francisca se ponía a la defensiva para no darle oportunidad de preguntarle nada. En otras ocasiones se sentía amada y comprendida. Era una mezcla que hacía que su curiosidad y ternura hacia ella aumentaran, pero junto con una dosis de desconfianza y miedo.
———
—¿Adónde vamos Yellow? —preguntó Alexandre.
—Al aeropuerto.
—¡No puedo ir muy lejos, le prometí a Victoria que volvería mañana!
—No te preocupes, el viaje sólo dura 45 minutos. Nos vamos a Palmas.
El nuevo avión del Sr. Walker era un avión ejecutivo para 18 personas y había sido remodelado con todas las medidas de seguridad. Tenía un amplio salón y al fondo una suite.
Desde la ventana vio alejarse las calles de Barcelona y luego entraron a un grupo de nubes. El avión comenzó a moverse debido a las turbulencias.
Cuando llegaron al Club Náutico de Palmas de Mallorca Yellow lo condujo hasta el muelle. Hacía bastante viento. Abordaron un yate blanco de tres cubiertas.
—Es un Mellendi de la serie Príncipe de Neptuno —le dijo Yellow.
—¿Qué longitud tiene?
—Su eslora es de 48 metros y la manga de 12 —respondió Yellow.
—Veo que la reunión la tendremos aquí en el Club Náutico —dijo Alexandre después de saludar a Ricardo.
—La haremos en alta mar.
—No me parece muy prudente con este tiempo —dijo Alexandre.
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