ACTO I - CAPÍTULO 29

CORONACIÓN EN PARÍS

Martes 15 de mayo de 2018

París Francia

Toda La Familia se encontraba en el Gran Templo con sus vestimentas de honor. Autoridades y algunos selectos aristócratas de Inglaterra, Holanda, Noruega y otros países, encabezaron la Ceremonia de Coronación del Maestro Imperial, es decir, a Lenel como líder de La Familia en todo el mundo.

—¿Has terminado tu casa en Nueva Zelanda? —preguntó Lenel después de la ceremonia, similar a la coronación de Su Majestad del Reino Británico, pero en un lugar secreto dentro de unos bosques cerca de París. Ahora estaban celebrando en un coctel en la sala de los espejos en Versalles.

—Ya queda muy poco —respondió Franco.

—¿Has construido en la montaña como los demás millonarios?

—Sí. Está escondido en un lugar muy seguro —dijo Franco. Lenel intentaba sacarle información para saber dónde estaba—. Desde la sala tendré a La Perouse frente a mí —añadió Gambino, dándose cuenta de que no debería haber dicho eso, ya que era una montaña muy conocida en Nueva Zelanda—. ¿Cuándo te mudas a Londres? —le preguntó Franco cambiando de tema.

—La semana que viene —respondió Lenel—. La organización en París estará segura con los nuevos directores que voy a nombrar —añadió.

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—Este cambio generacional era necesario y La Familia está feliz de que tú lo líderes —dijo Franco sabiendo que Lenel había caído en la trampa.

—¿Y piensas retirarte de la vida pública? —preguntó Lenel.

—No del todo, pero siempre me ha gustado la idea de más tranquilidad y naturaleza, como despertar y ver montañas imponentes.

—Cuando se vaya, sigue a Franco, descubre dónde está construyendo su casa en Nueva Zelanda. La Perouse es una pista. Necesito el GPS donde está ubicada. No quiero que desaparezca del mapa —le ordenó Lenel a uno de sus elegidos—. Entérate de lo que trama el viejo Genaro —le dijo a otro de sus leales, señalando con la mirada al viejo que lo había humillado y se atrevía a llamarlo bambino.

—Felicidades Lenel, nos veremos pronto en Ámsterdam —le dijo el líder de Holanda.

—Gracias, todo será para mejor de ahora en adelante —respondió y pensó, “No para ti.”

Todo sería mejor para él, pero no para ellos. Necesitaba convencerlos de que él era una deidad. Sabía que Franco no le había creído cuando había cambiado su voz para impresionarlo, pero al menos lo dejaría con dudas, pues, al fin y al cabo, ¿no eran todos místicos y supersticiosos? ¿Acaso no creían en la primacía de la conciencia sobre la existencia? ¿Acaso no creían que las acciones podían actuar sin entes que actuaran? ¿Acaso no creían en fuerzas sobrenaturales? Si era así, ¿Cómo podrían estar seguros de que él era el canal por el cual hablaba Baal? No tenían como comprobarlo, pero tampoco tenían como negarlo. Al igual que el concepto Dios, había aprendido el truco de la arbitrariedad y estaba decidido a sacarle partido.

—Los periodistas independientes y la información que se difunde en Internet no nos están ayudando. Hay que evitarlo —le dijo el jerarca de Inglaterra.

—El Templo seguirá siendo terreno sagrado.

—No hacía falta ser tan directo, pero es cierto que el Templo siempre será El Templo.

—¿Tiene usted alguna duda? —preguntó Lenel.

—¡Oh, no! ¡Ninguna! —dijo el jerarca.

—¿Es capaz de ver más allá de mis apariencias y postrarse a mis pies? —le preguntó Lenel mirándolo directamente a los ojos.

—¡Oh sí! ¡Usted es el Maestro Imperial ahora! ¡Me postro a sus pies!

—¿Cuál es mi nombre? —preguntó Lenel.

—Baal —dijo el jerarca de Inglaterra quien se inclinó, alejó y pensó, “No tiene idea donde está parado.”

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Una Mente Excepcional, por Charles Kocian. Copyright 2024. Todos los derechos reservados.

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