Desde la cocina, que era abierta, se veía el comedor, con una mesa redonda para diez personas, luego el bar y al fondo el estar, todo en el mismo espacio. Tenía grandes ventanales, puertas de vidrio de corredera y claraboyas en el cielo que hacían que el espacio fuera muy iluminado y se integrara a las vistas del paisaje y el lago. Cortinas térmicas y celosías móviles controlaban el paso del sol y temperatura automáticamente por un sistema de inteligencia artificial que asistía las funciones de los distintos recintos. Los pisos, muros y cielos, eran todos de madera.
Debajo de la cabaña había un bunker subterráneo de hormigón de las mismas dimensiones. Se bajaba por una ancha puerta secreta disimulada en el pasillo de la zona de dormitorios. La puerta era de corredera y blindada, y desde el pasillo parecía un mueble embutido en el muro con libros. Para abrir la cerradura había que presionar con los dedos de ambas manos, cuatro lomos de los libros en una secuencia específica y mantenerlos presionados durante diez segundos. La cerradura, similar a la de una bóveda de banco, se abría y la puerta se podía mover fácilmente hacia el lado. Una vez abierta, se bajaba por una escalera de hormigón y piso de madera hasta el hall de distribución del bunker subterráneo. El espacio más importante era una gran biblioteca, del mismo tamaño que el estar, bar y comedor de arriba. Contenía un estar y bar similar al piso superior pero una mesa de pool en vez de un comedor. En una esquina había una estación de computación con varias pantallas y computadores. Todos los muros perimetrales, de cuatro metros de altura, estaban conformados por librerías de piso a cielo con miles de volúmenes, desde arte, política filosofía, computación y mucho más. El piso y el cielo eran de madera.
Desde el hall de distribución del bunker también se entraba a un pasillo que daba acceso a varios recintos para distintos usos. Uno de ellos contenía una fila de servidores de internet en muebles especiales.
Una puerta secreta, con un mecanismo similar a la puerta de corredera para bajar al bunker desde la cabaña, permitía entrar a un hall donde había un ascensor de carga, una escalera y grandes ductos de ventilación, todo de hormigón armado, que bajaban veinte pisos bajo tierra hasta el refugio antinuclear. Ubicado a setenta metros bajo la superficie, existían todos los recintos y provisiones necesarias para mantener con vida a veinte personas durante cinco años en caso de un Armagedón nuclear.
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