ACTO II- CAPÍTULO 10

REUNIÓN URGENTE EN VILLA ASCOLASSI

Domingo 29 de julio de 2018

Villa Ascolassi Italia

Una semana después de la final, Francisca les envió un mensaje encriptado a todos convocándolos a una reunión de emergencia en Villa Ascolassi, para el domingo de la semana siguiente y el propósito era comunicarles algo importante personalmente. Ante su insistencia y la de Alexandre, Arturo y Ricardo estuvieron de acuerdo que Victoria se incorporara al equipo para seguir con el libro.

La buena noticia, era que el Armagedón no había ocurrido en la final del mundial; la mala, que hasta esa fecha no había señales del Sr. Walker ni Boris.

El domingo de la reunión llegó. Era un día soleado pero la briza refrescaba. Almorzarían en la terraza al lado de la larga piscina.

Cuando Yellow llegó pilotando el helicóptero aterrizó, no en el helipuerto, sino en la cancha de futbol al lado de la moderna mansión. Todo el lugar estaba custodiado por al menos diez parejas de soldados con uniforme de combate, fuertemente armados con basucas y ametralladoras que hacían rondas de vigilancia por toda la Villa. Había también tres jeeps con lanzacohetes y dos camiones militares. Cuando bajaron todos se abrazaban y alegraban de seguir vivos.

—Francisca, ¿qué es tan importante? —Alexandre le preguntó cuando se saludaron.

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—Ten un poco más de paciencia, Alexandre, ya voy a hablar más tarde —dijo ella cuando se dirigían hacia la piscina de la moderna mansión, toda la zona cubierta por un alto toldo blanco.

—Victoria, me alegro que estés con nosotros —dijo Ricardo caminando con ella y los demás y agregó—. Seguramente ya sabes que estas reuniones son secretas.

—Si claro, Alexandre y Francisca me han contado todo —dijo ella y al ver la fuerte vigilancia militar pensó, “Con razón Alexandre no me quería contar nada al principio.”

—Entonces, ¿ya sabes que nos enfrentamos a fuerzas muy siniestras? —preguntó Ricardo.

—Sí, parece una guerra —dijo Victoria señalando a los militares.

—¿Ya sabes de La Familia?

—Sí.

—Ellos están en guerra con nosotros para que no publiquemos el libro. Es mejor estar preparados en caso de un ataque —dijo Ricardo junto a ella bastante más atrás de Arturo, Alexandre y Francisca que ya casi llegaban a la terraza de la piscina.

—Seguro que La Familia mató a Ronald —dijo Victoria.

—Es lo más probable. Casi matan a Alexandre en Múnich. Si no es por los vidrios blindados del coche en que viajaba ya estaría muerto —dijo Ricardo.

—No sabía eso —dijo Victoria abriendo sus ojos y levantando sus cejas.

—Perdón, yo creí que sabías. Hubiera preferido que te hubieras enterado por Alexandre —dijo Ricardo.

—No te preocupes, no me daré por enterada. El me cuida mucho, ¿sabes? —dijo Victoria mirando a dos soldados fuertemente armados que vio desde lejos y agregó—. A ustedes casi los matan en el avión y a mi cuando me secuestraron en Venecia, ¿qué importancia puede tener que Alexandre no me lo haya contado? —agregó, esperó unos segundos y continuó—. Espero ser un aporte en esta etapa del libro.

—Estoy seguro que sí —dijo Ricardo—. Tú sabes que, además de ser entrenador, soy ingeniero, igual que tú, que eres ingeniera aeronáutica. Creo que nuestra formación profesional puede enriquecer mucho la estructura del libro, por ello, me alegro que estés aquí —dijo Ricardo.

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—Yo estoy encantada de ayudar en lo que pueda —dijo Victoria.

—¿Sentémonos a la mesa? —preguntó Francisca después de un coctel invitándolos a almorzar.

Comieron camarones al ajillo y luego pato asado con distintas especias, ensaladas surtidas bebiendo deliciosos vinos blancos, rosas y tintos. Eligieron postres y tortas de distintos tipos y al final bebieron café colombiano y degustaron distintos licores como bajativos. Cuando retiraron la mesa, Francisca le habló algo al oído a Yellow. Un minuto después volvió con cinco gruesos archivadores de cuero, firmes y de cubierta dura. Cada uno contenía una copia del borrador del libro tal como estaba hasta ese momento. En la tapa de todos decía «BORRADOR» con el nombre de ellos más abajo. Las letras en relieve de la tapa eran de oro sobre cuero de distintos colores. El nombre «Francisca», estaba escrito sobre un cuero verde claro; «Victoria», sobre uno calipso; «Ricardo», sobre uno amarillo; «Alexandre», sobre uno azul; «Arturo», sobre uno rojo. Junto a ellos Yellow puso un pendrive en los mismos colores. Luego Francisca les pidió su atención y comenzó a hablar.  

—El motivo de esta reunión es para continuar con el libro. Lo que está frente a nosotros es una copia del borrador con todos los resúmenes de las reuniones filosóficas que hizo Alexandre. Está en papel en cada archivador y en un archivo de texto en cada pendrive. Se que se iban a juntar con mi padre antes de su secuestro. Tomé su lugar para dar el mismo apoyo incondicional que dio él —dijo Francisca mirando y moviendo unas notas de papel que tenía al lado de su archivador y continuó—. Hace una semana, cuando los convoqué a esta reunión, Alexandre me contó sobre Boris. Yo nunca lo conocí, pero creo que probablemente salvó al mundo. Lamentablemente, Alexandre no ha recibido noticias de él, ni yo noticias de mi padre —dijo y continuó—. Se que este libro es de ustedes, principalmente de Ronald que quiso escribirlo antes que lo mataran. Yo leí el borrador y, en mi opinión, aún no está maduro —dijo Francisca.

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—Es verdad que el secuestro de tu padre y la amenaza nuclear en Moscú cortó el trabajo, pero en realidad el trabajo lo terminamos. Lo terminamos en la última reunión en Atenas. Pero las instrucciones de Ronald son guías del contenido filosófico de las reuniones, no del orden de los capítulos del libro. ¿Cuál va primero, cual va segundo? Él no dice nada especifico, solo sugirió el mismo orden de las reuniones. Pero en cuanto a pulir la forma, estilo y edición, en las instrucciones que dejó por escrito, dice que yo y el equipo deberíamos decidir —dijo Alexandre y agregó—. Nos alegra que el Armagedón no haya ocurrido, pero podría ocurrir mañana o en cualquier momento, por ello, necesitamos pulirlo rápido y publicarlo urgente, antes que La Familia extinga la civilización. ¿Qué sentido tendría publicarlo si no hay gente que lo lea? —terminó de decir Alexandre.

—Lo que tú dices es cierto, pero debes considerar que esa extinción nunca será completa —dijo Francisca consultando sus apuntes y continuó—. Muchos gobiernos y personas tienen instalaciones subterráneas para sobrevivir un holocausto nuclear durante años. Me refiero a que siempre habrá sobrevivientes y los más fuertes reconstruirán el mundo, para bien o para mal, con sus ideas y valores, con sus premisas y paradigmas, es decir, con su filosofía. Por ello, en cualquier tipo de escenario, el libro tiene que cumplir su misión para reconstruir el mundo. En el corto plazo, por supuesto que hay riesgo en esperar; en el largo, pero muy largo plazo, me refiero a siglos, tal vez el riesgo de apurarse es mayor y las consecuencias más catastróficas para el futuro de la humanidad —dijo, hizo una pausa, volvió a consultar sus apuntes y siguió—. No se equivoquen, yo también siento la urgencia de publicar cuanto antes, pues el holocausto nuclear siempre está a la vuelta de la esquina. El famoso reloj del apocalipsis o reloj del juicio final, hoy, en esta fecha, está a dos minutos de la medianoche, es decir, a dos minutos de la extinción total de la civilización —dijo Francisca.

—Esos mal nacidos de La Familia están empeñados en destruir al mundo. ¡Como puede ser! ¡Están locos! —exclamó Arturo frunciendo el ceño y se hizo un silencio.

—Bueno, todos ustedes ya saben que es La Familia y aunque pudieran estar debilitados por los últimos escándalos y golpes de estado que hemos visto en las noticias, no van a rendirse —dijo Ricardo y continuó—. Esta guerra con La Familia es la guerra de las eras.

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No podemos pensar a corto plazo y actuar apurados para terminar un libro que debería perdurar siglos, como la Ilíada —dijo el ingeniero y agregó—. En mi opinión, también creo que el libro aún no está maduro y hay mucho que pulir. Yo creo que la humanidad tampoco está madura para tener un arsenal de doce mil ojivas nucleares. Hace años que organizaciones están luchando para eliminarlas, pero no han logrado nada. Para serles franco, creo que el Armagedón es inevitable, solo basta ver las noticias. Pero, aunque se eliminaran todas las bombas nucleares del mundo, eso no eleva al ser humano a sus mejores posibilidades, automáticamente, solo quita la amenaza de su extinción física. ¿Y que hay con la extinción de su razón? Si uno mira las noticias, al mundo político, a la geopolítica, al mundo financiero, a la educación, está todo muy mal, incluso el arte se ha corrompido. Se podría decir que la razón ya está bastante extinguida. Así que, aunque se produzca el completo desarme nuclear, si bien es necesario, es insuficiente para que el hombre alcance la mejor versión mental de sí mismo. Esto lo vimos en las reuniones filosóficas y está en el libro. El ser humano es un animal racional. ¿De qué sirve su mente si se extingue su cuerpo? ¿De qué sirve su cuerpo si se extingue su mente? Somos cuerpo y mente, dos en uno, integrados en un solo ser. Una mente sin cuerpo, no es posible; un cuerpo sin mente, no es humano. Pero la calidad de un ser humano depende de la calidad de su razón, como también la calidad de su cuerpo depende de la calidad de su mente. El libro entrega las herramientas para que cada uno elija o no elija convertirse en la mejor versión de sí mismo, da las claves para subir a la cima de las posibilidades humanas como animal racional. Por ello, yo creo que el deber moral del hombre, el deber moral de cada persona sobre la Tierra, es convertirse en el campeón de sí mismo, esculpirse a sí mismo en su mejor versión y, como su razón es su esencia, tiene el deber moral de convertirse en una mente excepcional, lo cual no debería ser una excepción, sino la norma, el estándar, lo normal de un nuevo paradigma, el paradigma de un nuevo renacimiento. Deberíamos inspirarnos en Galileo y Leonardo da Vinci, y su conocimiento holístico, en Aristóteles y la epistemología objetiva. Ese es el contenido del libro. La filosofía objetiva, desde una perspectiva holística, es algo urgente y necesario, especialmente ahora que vivimos en la era de la especialización y la división del trabajo —dijo Ricardo y agregó—. Perdonen mi largo discurso, pero creo que es importante no perder de vista el contexto histórico de lo que estamos haciendo.

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No estamos escribiendo el libro para nosotros o para que sea un superventas, estamos dando la pista para un nuevo renacimiento o para reconstruir la civilización si La Familia la destruye. Estamos haciendo esto para facilitar la evolución de la especie humana hacia la excelencia perfeccionando la razón, para que dé un salto evolutivo, algo que tomará siglos. Pero no olvidemos que un largo camino siempre comienza con un primer paso. A pesar de las pocas veces que hablé con Ronald creo que él lo tenía claro. Dicho sea de paso, la imagen del famoso reloj del apocalipsis creado en 1947 fue diseñado por una psicóloga relacionada con el Proyecto Manhattan. El propósito de la imagen, que integra al Apocalipsis en medianoche con la cuenta regresiva del reloj de una bomba nuclear, era crear miedo y urgencia, pero hay un problema. El miedo y la urgencia destruyen la razón —dijo Ricardo terminando su extenso discurso y se hizo un largo silencio.

—Ricardo, todo lo que has dicho es real, pero yo creo que hay que apurarse. Tú además de entrenador eres ingeniero —dijo Arturo y agregó—. Aparte de ser Dios, yo soy solo un futbolista, pero creo que tú también sabes que en un partido de futbol es peligroso perder la dinámica del momento. Nosotros reaccionamos rápidamente frente al secuestro del Sr. Walker y aportamos doce millones de euros para publicar rápido. Creo que deberíamos contratar urgentemente a un equipo de expertos que nos ayuden a terminar lo que falta —terminó de hablar Arturo.

—¿Expertos en qué? ¿Acaso no somos nosotros los expertos? —preguntó Ricardo.

—Nosotros hicimos las reuniones filosóficas, pero no somos expertos en literatura, no somos guionistas, doctores en gramática, redactores publicitarios y otras profesiones por el estilo. Esto hay que organizarlo rápido. Eso es lo que íbamos a hacer con la ayuda de tu padre Francisca. Íbamos a viajar a Oslo para hablar personalmente con él, pero el avión nunca llegó y tú y Yellow desaparecieron —dijo Arturo.

—Arturo, habían raptado a mi padre y la policía me tuvo muy ocupada con interrogaciones. No pude llamar antes.

—Disculpa Francisca, todos compartimos el dolor del secuestro y perdóname si he sido demasiado rudo. No he querido ofenderte ni nadie aquí lo haría, pero, ¿puedo hacerte una pregunta? —dijo Arturo.

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—Por supuesto.

—¿Qué te motivó a decir que el libro no estaba maduro? ¿Por qué le dijiste eso a Ricardo por teléfono? No entiendo por qué cambiaste de actitud. Yo recuerdo que tu padre, mal herido por la bomba que casi nos mata en el avión cuando volvíamos de Edimburgo a Londres, echó a todos los médicos de la pieza del hospital para hablar a solas conmigo y Ricardo. Nos contó lo importante que era para él que escribiéramos y publicáramos el libro cuanto antes e incluso nos obligó a realizar la reunión filosófica que teníamos agendada para ese día a pesar de la bomba en el avión que casi nos mata a todos. Yo sé que tú y él revisaban los resúmenes que Alexandre le entregaba a Ricardo después de cada reunión. Todos estábamos con ese sentido de urgencia. Pero eso se cortó después del secuestro de tu padre. ¿Francisca, qué motivos hicieron cambiar tu sentido de urgencia? —le preguntó Arturo y ella tardó varios segundos para hablar.

—Te diré el más importante —dijo Francisca, tomó unos apuntes personales que tenía sobre la mesa, escribió algo sobre el papel y luego calmadamente dijo—.  Cuando yo le dije a Ricardo que el libro no estaba maduro fue tres días después que a mi padre lo habían secuestrado. Estaba destrozada emocionalmente y lloré mucho, ¿sabes? Para serte franca, esas palabras aparecieron frente a mi vista y yo solo las leí —dijo Francisca.

—Perdóname Francisca si he sido muy rudo, pero era algo que no lograba entender. Gracias por tu respuesta —dijo Arturo.

—No te preocupes Arturo, yo sé que me amas y yo también te amo a ti, ¿cómo no amar a un genio adentro y afuera de la cancha?, pero, ¿puedo hacer un comentario de lo que has dicho sobre los expertos? —preguntó Francisca.

—¡Por favor! ¡Me halagas! ¡Claro que sí! —dijo Arturo.

—Tú tienes razón en lo que dices sobre los expertos, pero creo que en esta etapa tan temprana sería imprudente meter a más gente, por muy profesionales que sean, pues ellos no conocen el contenido filosófico ni alcance del libro —dijo Francisca viendo sus apuntes y continuó—. Ustedes son los que más saben del contenido. Hicieron las reuniones filosóficas, contra viento y marea, incluso en alta mar y en plena tormenta.

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Alexandre preparaba las reuniones con los apuntes de Ronald, las grababa y hacía los resúmenes trasnochando, durmiendo muy poco, pues en esos días estaba muy ocupado jugando la Copa Europa y preparándose para ir al mundial de Rusia.

—Pero no te quites mérito Francisca, tú también has hecho grandes aportes —dijo Arturo.

—No me quito mérito pues sé que he hecho mi parte. Pero el mérito es mas de ustedes, el mérito es mas de mi padre que siempre dio su apoyo incondicional —dijo Francisca hizo una pausa y siguió—. Pero para serte franca, creo que el mayor de los méritos es el de Ronald, que desde ultratumba lideró todo el proceso. Él es la causa primera, el que inicio todo y deberíamos pensar en lo que él hubiera querido en estas circunstancias —dijo y agregó—. En mi opinión, en esta etapa deberíamos pulir el contenido; después, la forma. Solo entonces usar el dinero recaudado y el que yo aportaré para contratar a los mejores profesionales como redactores creativos, revisores literarios, expertos en gramática, editores gráficos y similares —dijo Francisca.

—Como recién llegada, ¿puedo dar mi opinión? —preguntó Victoria.

—¡Sí! ¡Por favor! —dijo Francisca.

—Gracias —dijo Victoria—. Como ingeniera aeronáutica, al igual que el ingeniero aquí sentado a mi lado, estoy de acuerdo con él en que, cuando diseñas un avión o un puente, el diseño de la estructura es clave. Si bien, las reuniones filosóficas que ustedes ya terminaron esbozan la estructura del contenido, en mi opinión, por lo que Alexandre me ha contado del borrador en la última semana, no veo un buen diseño de la estructura del contenido. Ustedes saben que yo conocí a Ronald y él era un enemigo de hacer las cosas apurado. —dijo Victoria.

—Pero tampoco podemos esperar mucho. Quizá que desastre está maquinando La Familia en este mismo momento —dijo Arturo.

—Lo que tú dices, Arturo, también es verdad. Tendremos que tomar una decisión. Creo que todos estamos de acuerdo de que hay que terminar de pulir el libro antes de publicar, ¿verdad? —dijo Francisca, hizo una pausa y agregó—. Yo voto por un año para pulir el libro, ¿quién me sigue? —preguntó levantando su mano.

—Es demasiado tiempo —intervino Arturo.

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—Francisca, ¿Para qué apurarse? ¿Qué te parece que lo pensemos con calma, nos relajemos un rato, nos bañemos en la piscina y votemos en un par de horas? —preguntó Alexandre.

—Me parece perfecto, pero creo que dos horas es mucho, yo voto por una —dijo Francisca y al final optaron por una.

—Ahora son las cuatro menos diez, ¿les parece que votemos a las cinco en punto? —preguntó Francisca y ellos estuvieron de acuerdo, luego agregó—. Nos reuniremos aquí. Después de la votación tengo que contarles algo importante. Se trata de una sorpresa —dijo y quedaron intrigados pues no imaginaban que podría ser.

Se levantaron de la mesa. Ellas, se bañaron; ellos, fueron a jugar tiros al arco a la cancha de futbol.

—Alexandre, juega tú de portero como la última vez —dijo Arturo y pensó, “Y no puedo creer todo lo que pasó desde entonces. ¡Me siento en otro mundo!”

—Está bien —dijo Alexandre tomando su posición.

—Me pone nervioso demorarnos tanto. ¿Y si La Familia pone una bomba atómica para que explote la próxima semana? —preguntó Arturo lanzándole un pase a Ricardo y agregó—. ¿No deberías ser tú el líder en vez de Francisca? —preguntó mirando a Alexandre, pero él no respondió.

—Quizá La Familia quiere precisamente eso —dijo Ricardo parando la pelota de pecho.

—¿A qué te refieres? —gritó Arturo a la distancia viendo que Ricardo se preparaba para chutar un pase de centro.

—A vivir aterrado. Así no puedes pensar con claridad —gritó Ricardo chutando la pelota para que Arturo la cabeceara y agregó—. Tal vez la estrategia de los enemigos de la humanidad es mantener a la gente asustada para inhibir su razón —dijo Ricardo y, cuando Alexandre escuchó eso, se dio cuenta de que tenía razón. Ya se había dicho en el almuerzo. Los gobernantes tras bambalinas siempre mantenían asustados a los gobernados con algo, en la Tierra o el infierno, con algún desastre nuclear o económico, con alguna pandemia o guerra mundial, con el tirano de turno o con el diablo, con el calentamiento global o el apocalipsis, con una guerra civil o el Armagedón.

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Pensó que, en tiempos evolutivos, los ancestros del ser humano no hacía mucho que se habían bajado del árbol, no hacía mucho que habían descubierto el fuego, creado la escritura, las matemáticas, la ciencia y las bombas nucleares. Si los monos que gobernaban el mundo no lo destruían, al simio humano aun le faltaba mucho para llegar a su excelencia. Recordó las palabras de Ricardo y pensó, “Si el hombre es un animal racional y su alma su razón, su deber moral es alcanzar la excelencia racional.” En ese momento le quedó claro que el objetivo de sus enemigos, por cierto, irracionales, era paralizar la razón y, al urgirse descontroladamente por publicar, se dio cuenta que había caído en su trampa de comportarse irracionalmente. Recordó que Ronald le había dicho que quería escribir un libro que perdurara milenios. Apurarse sería un error histórico pues implicaba el mayor de los riesgos y las peores consecuencias para las futuras generaciones.

Cuando todos volvieron a la mesa, la votación fue unánime. Decidieron tomarse un año para pulir el contenido filosófico del libro.

—Antes de darles la sorpresa organicémonos un poco sobre el trabajo mismo y la seguridad —dijo Francisca revisando los apuntes que tenía sobre la mesa y agregó—. Haremos el trabajo usando el archivador y pendrive que esta frente a ustedes. Como dijo Victoria y Ricardo, tenemos que enfocarnos en la estructura del contenido. Por ahora no nos preocupemos de la forma ni el estilo. Eso será después cuando publiquemos. ¿Están de acuerdo? —preguntó Francisca y los demás asintieron con sus cabezas, luego miró otra vez sus apuntes y siguió—. Ahora quiero leerles mis apuntes sobre el extremo cuidado que hay que tener para hacer este trabajo. Son los protocolos de seguridad que están en un anexo al final del archivador en papel, y también como un archivo de texto en el pendrive. Es lo primero que hay que leer antes de empezar a trabajar en el libro. Tiene bastantes cosas técnicas de computación y comunicaciones, pero ahora leeré lo fundamental —dijo, movió sus papeles sobre la mesa y siguió leyendo—. Es extremadamente importante que guarden en una caja fuerte, a la cual solo ustedes tengan acceso, repito, a la cual solo ustedes tengan acceso, el archivador y el pendrive. Cuando trabajen con él deben hacerlo solamente en sus propias computadoras, pero jamás en otras, es decir, nunca enchufen el pendrive excepto en sus computadoras. Tampoco pueden trabajar en el libro desde sus celulares. Ahora les leeré algunos puntos importantes.

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Recuerden que todo esto está en el anexo de los protocolos de seguridad que es lo primero que hay que leer —dijo Francisca siempre consultando sus apuntes y continuó—. Primero, no copien el archivo de texto al disco duro de su computadora ni a otro pendrive nunca. Segundo, jamás envíen el archivo de texto por email. Tercero, no lo guarden en ninguna nube. Cuarto, cuando estén trabajando con el pendrive asegúrense de desconectar el Wi-Fi de sus computadores y el modem de la empresa que les provee sus servicios de Internet. Quinto, cuando trabajen en su computadora, háganlo completamente a solas, en un lugar seguro y silencioso donde se puedan concentrar al máximo, con la puerta cerrada con llave, sin interrupciones, sin música, sin la TV prendida, sin gente al lado, sin niños cerca, ni perros ni gatos. Sexto, Considerando el poder de La Familia es probable que tengan un ejército de hackers y espías, así que siempre revisen el lugar donde trabajen pues podrían existir cámaras o micrófonos ocultos. Séptimo, cuando hagan investigaciones en Internet, además de asegurarse que el pendrive no esté conectado, usen una VPN para ocultar la dirección IP de sus computadoras. Es crucial que todos leamos los protocolos de seguridad antes de empezar a trabajar y los sigamos al pie de la letra. ¿Están de acuerdo? —preguntó Francisca y ellos asintieron con la cabeza.

—¿Esa era la sorpresa? —preguntó Arturo.

—No. Ahora viene, pero antes quiero agradecerles por haber venido y decirles lo mucho que los quiero. Vamos a tener éxito. ¡Ah! Una última cosa —dijo Francisca—. Si quieren compartir sus trabajos, no solo no envíen el archivo de texto por email sino cuídense de no escribir nada directamente en sus emails o en sistemas de comunicación de redes móviles de los celulares pues todo eso queda grabado en algún lugar de Internet. Ni se les ocurra crear un grupo de chateo para compartir opiniones sobre el libro. Actúen como si un ejército de hackers estuviera espiándolos para romper los protocolos de seguridad —dijo Francisca, volvió a ver sus apuntes y continuó—. La mejor manera de no dejar huella en la nube es no poner los pies en Internet. No dejen ningún rastro. Si quieren hablar sobre el libro van a tener que juntarse en persona en un lugar donde no haya micrófonos, ni tampoco en sus ropas o su coche, ni en lugares donde podrían grabarlos desde lejos con un micrófono direccional.

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Tampoco abran sus apuntes de papel a no ser que estén bajo techo. Hoy se puede sacar una foto satelital de alta resolución a una moneda y verle sus detalles. Bueno el resto está en los protocolos de seguridad, así que nada más, buena suerte con el trabajo —dijo Francisca.

—Queremos la sorpresa —dijo Arturo.

—Antes que Francisca de la sorpresa quiero decir algo —dijo Alexandre y se hizo un silencio—. Quiero agradecerle, y creo que, en nombre de todos, su buena disposición para ayudarnos desde el principio. Te conocí en el funeral de Ronald, pero lamentablemente, no conocí a tu padre. Así que quiero brindar por Francisca, el Sr. Walker y Boris. ¡Salud! —dijo Alexandre.

—¡Salud! —brindaron con él.

—¡Salud por Ronald! —brindó Francisca.

—¡Salud! —brindaron con ella.

—¡La sorpresa! ¡La sorpresa! ¡La sorpresa! —empezó a cantar Arturo y todos sonrieron.

—Está bien, ahora la sorpresa —dijo Francisca—. Hoy es 29 de julio del 2018. El 23 de junio del 2019, casi un año más, los invitaré a un lugar secreto que va a estar listo para que vayan ese día donde será entregada la sorpresa, así que este es el anuncio de la sorpresa. Deberán llevar solamente sus pendrives, es decir ni celulares ni computadoras portátiles, ni nada que se conecte a Internet. La idea es que se queden una semana para que entre todos terminemos de editar el libro, pero además de eso, habrá tiempo para disfrutar del lugar que les va a encantar y sobre todo de la sorpresa. Llegado el momento les diré dónde viajar para que Yellow los pase a buscar en mi helicóptero y que ropa deben llevar —dijo Francisca—. ¿Pueden asegurarme ahora que irán todos? —y cuando vio que algunos miraban sus celulares otra vez preguntó—. ¿Pueden escaparse una semana para esa fecha? —y después de algunos segundos todos se comprometieron y ella agregó—. No habrá más reuniones ni nada hasta ese día. Por favor sigan los protocolos de seguridad. Les deseo y me deseo a mí misma la mejor de las suertes —dijo Francisca.

Un par de horas más tarde el helicóptero despegó al aeropuerto de Roma con todos ellos a bordo.

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Una Mente Excepcional, por Charles Kocian. Copyright 2024. Todos los derechos reservados.

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