ACTO III - CAPÍTULO 5

ELECCIONES EN EE.UU.

Miércoles 4 de noviembre de 2020

Washington DC Estados Unidos

En la madrugada del día después del lanzamiento del libro y el juego que, debido a la pandemia, se había hecho simultáneamente en 17 países y 14 idiomas, pero realizado con menos fuerza en vivo y más en las redes sociales; en Washington DC, el presidente MacDoe se disponía a hablar por televisión para denunciar el robo de las elecciones. A esa misma hora, en Buenos Aires, Argentina, Arturo ingresaba al hospital por un problema psicológico menor; en San Petersburgo, Boris le insertaba un bisturí por el ojo al cerebro del sicario que había intentado asfixiarlo con una almohada. Le habían trasplantado un nuevo pulmón el día antes y se recuperaba en el hospital. Resistiendo el dolor se vistió y dejó el cadáver del asesino en un charco de sangre. Se dirigió a casa de la doctora María Romanova, esposa y madre de sus dos hijas gemelas de casi año y medio de edad. María tenía treinta y cinco años, era muy alta, delgada, de cabello negro, piel blanca y ojos azules. Hija única, descendía de una familia aristocrática rusa. Había perdido a sus padres en la explosión de Chernóbil. Sus abuelos la habían criado y la ayudaron para que estudiara medicina. No tenía a nadie en el mundo excepto a Boris, de quien se había enamorado después de salvarle la vida en el helicóptero que había llegado a la casa de Gambino en Nueva Zelanda.

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En el mismo momento que Boris había matado al sicario, el presidente MacDoe dio su discurso televisado en vivo a las cuatro de la mañana del 4 de noviembre, en la madrugada del día siguiente de las elecciones. Lo pronunció en la casa de gobierno y en la sala había unos doscientos seguidores, amigos y familiares.

—Lo que está pasando es una vergüenza para nuestro país y un fraude a los ciudadanos estadounidenses. Nosotros ganamos las elecciones —comenzó su discurso MacDoe.

Durante la carrera electoral había advertido que la pandemia provocaría que muchas personas votarían por correo, lo que podría conducir a un fraude electoral.

—Hace seis horas estábamos ganando en todos lados con una ventaja insuperable y cuando nos disponíamos a celebrar, de repente todo se detuvo. Esto se llama fraude y no lo vamos a permitir, no en nuestro país, el país de la ley y el orden. Esto es una vergüenza nacional y vamos a acudir a la Corte Suprema —añadió MacDoe, consternado.

Más de 100 millones de personas habían votado por correo por miedo al contagio de la pandemia, la mayoría demócratas, y semanas antes del día de las elecciones.

La noche de la votación hubo muchas irregularidades, por ejemplo, los votos se siguieron contando ilegalmente después del cierre de las urnas y todos eran para el oponente de MacDoe, el demócrata Jack Rotten. En muchos lugares llegaron camiones repartidores de pizzas que no llevaban pizza para la gente que estaba trabajando contando los votos sino con más votos para Rotten, y en otros centros de votación llegaron contenedores de plástico que no estaban vacíos para sacar la basura sino llenos de más votos para Rotten.

Pero las cosas fueron de mal en peor. La Corte Suprema se negó a ver pruebas del fraude presentadas en varias demandas. Su excusa fue que la acción legal no tenía legitimación para presentar el caso. Una de las demandas, encabezada por Arizona, contó con el apoyo de los fiscales generales de 21 estados, además de 127 miembros republicanos del Congreso. Alegaban que los resultados habían sido inconstitucionales debido a la intervención de potencias extranjeras en las máquinas de votación, entre otras cosas.

Para quienes habían seguido las elecciones por televisión, habían visto que la tendencia de los gráficos mostraba a MacDoe como seguro ganador con el setenta por ciento de votos escrutados, pero luego sucedió algo completamente inusual.

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Rotten apareció en las cadenas de televisión a las tres de la mañana del 4 de noviembre y dijo que no se seguirían contando votos hasta las ocho de la mañana, es decir, el trabajo de contar votos se suspendería por cinco horas. Una avalancha de opiniones apareció en las redes sociales. ¿Qué autoridad tenía un candidato para decir eso? ¿Por qué le obedecieron? ¿Era uno de esos eventos del tipo JFK o 9-11 que solo ocurrían en Estados Unidos? Muchos periodistas que ganaban suculentos sueldos en prestigiosas cadenas televisivas sabían que algo raro pasaba, pero guardaron silencio para conservar sus salarios. Una hora más tarde, el presidente MacDoe había revelado el fraude en su conferencia de prensa.

Pero las cosas fueron de mal en peor. La red social de mensajes cortos más grande en redes sociales, llamada Bird (luego llamada Y), donde MacDoe tenía casi cien millones de seguidores, cerró su cuenta sin explicaciones. Otras redes sociales hicieron lo mismo esa semana. Si las corporaciones privadas habían eliminado la libertad de expresión al presidente estadounidense, muchos países dudaron de la democracia en Estados Unidos. En las redes sociales se criticaba que América era un país imperialista cuya moneda carecía de respaldo oro y sus ciudadanos demostraban su arrogancia al identificarse a sí mismos como americanos, ignorando que los demás países del continente, como México y Canadá también eran americanos y, aunque vivían en el mismo continente, no necesitaban llamarse a sí mismos americanos ni a su país América, pues sus países tenían nombre propio.

También les cerraron las cuentas en las redes sociales a los abogados que habían presentado las pruebas del fraude, tales como gráficos con cambios repentinos de tendencia, hackeo de máquinas de votación procedentes de Europa y más. Circulaban fotografías del Capitolio con una banana en la punta y banderas de US donde las estrellas habían sido reemplazadas por bananas. El fraude había revelado el alma de un imperio global basado en ignorancia y arrogancia.

Alexandre y los hackers de Boris, que habían seguido las elecciones, sabían cómo se habían intervenido los códigos de las máquinas de votación. Eso explicaba los saltos imposibles en la contabilización de los votos, donde cientos de miles de ellos cambiaban de candidato en cuestión de segundos.

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A pesar de no hacer algo concreto para terminar con el problema en Palestina, MacDoe al menos había sido lo suficientemente valiente como para exponer la corrupción en el gobierno, pero no lo suficiente, pues, no gobernaba para los estadounidenses que votaban, sino para el lobby israelí que había financiado su campaña, como lo exponía el libro El Lobby Israelí, escrito por un respetado catedrático de la universidad de Chicago. En su libro explicaba que cualquier político que no se sometía a dicho lobby no recibía los fondos para ser elegido.

Un artículo de un prestigioso periódico de Nueva York, decía que Estados Unidos había sido secuestrado por el Estado de Israel y su proyecto sionista. Era un proyecto místico escatológico impulsado por cincuenta millones de estadounidenses evangélicos que se alineaba con el misticismo escatológico del estado de Israel. Ambos se basaban en el antiguo testamento de la Biblia para justificar la eliminación de Palestina del mapa. Otro artículo de otro prestigioso periódico decía que un tercio de los habitantes de los Estados Unidos eran irracionales místicos que sufrían de un profundo trastorno de disonancia cognitiva, autoengaño funcional y desorden de personalidad narcisista. El origen del problema era el misticismo escatológico irracional bíblico.

Para La Familia, Dios siempre había sido un tonto útil que trabajaba para sus propósitos. Gracias a Dios, al lobby, pero ahora principalmente a la pandemia, habían eliminado a MacDoe de Washington. El nuevo presidente electo era Jack Rotten, el rostro de un robo electoral, de un territorio robado a los indios, cuyos habitantes se denominaban a sí mismos con el nombre robado a un continente.

 

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Una Mente Excepcional, por Charles Kocian. Copyright 2024. Todos los derechos reservados.

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