«RUSIA INTERVENDRÁ EN LA CRISIS NUCLEAR», leyó la noticia en su celular.
«ALEXANDRE DUVAL ¿EL NUEVO RONALD?» La nota había sido publicada en el diario más importante de España y destacaba un cambio positivo en su juego.
Él y Victoria habían preparado un viaje a París para el próximo fin de semana. Era la ciudad que a ella más le gustaba.
Alexandre se dedicó al estudio de lo que siguió en el libro, que era más epistemología, así que se devanó lo sesos. Pero el tiempo cada vez escaseaba más debido a la convocatoria a la selección de Francia, por lo que tuvo que trasnochar muchas veces pues en el día el tiempo o le alcazaba.
«NECESITAMOS HABLAR. SIROB»
El mensaje era de Boris. Escrito al revés, era la clave para reunirse en un lugar y hora secretos que habían acordado de antemano.
Cuando llegó la hora, se puso la capucha y se dirigió de incógnito a un restaurante. Boris estaba en un rincón en una mesa difícil de ver.
—Siéntate —dijo sacando una foto en la que aparecía Lenel con tres jóvenes caminando por la calle al lado del aviso publicitario de una ropa deportiva.
—¿Los conoces? —preguntó pasándole la foto.
—Aparte de Lenel, no. ¿Por qué lo preguntas?
—Yo he espiado a Lenel últimamente y grabé, con el micrófono direccional de mi cámara, lo que dijo en ese lugar —dijo Boris, sacando un papel de su bolsillo que decía:
«Alguien tiene que apagar los pequeños incendios antes de que se conviertan en grandes incendios».
Boris le explicó que cuando Lenel lo dijo, se detuvo al lado de un letrero publicitario e hizo un gesto con la mano, como si estuviera escribiendo un libro en el aire.
—¿Qué tiene que ver Ronald con un libro? —preguntó Borís.
—No lo sé —dijo Alexandre, recordó a Francisca y pensó, “Otra vez mentí.”
—¿Te diste cuenta de la foto publicitaria detrás de ellos? —preguntó Boris.
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