Le costó llegar al coche entre tanta gente pidiendo autógrafos. A unas cuadras del hotel notaron que alguien los seguía en una motocicleta. Al parecer se trataba de un periodista que tenía su cámara colgada en el cuello.
Yellow inició maniobras de evasión para perderlo, pero no era fácil en las calles de Múnich. Cuando llegaron a la autopista parecía que lo habían perdido, cuando de repente, junto a ellos, apareció un segundo motociclista vestido de negro. Alexandre vio el arma al otro lado de la ventana. Uno, dos, tres, cuatro, cinco disparos impactaron los vidrios dejando las marcas, pero las balas no entraron. Por detrás, apareció un tercer motociclista y empujó al segundo haciéndolo caer violentamente a la berma de la carretera. El último motociclista los siguió durante unos minutos hasta que en un desvío salió de la autopista y lo perdieron de vista. Iban a doscientos kilómetros por hora.
—¿Quién era el último? —preguntó Alexandre.
—No lo sé —respondió Yellow.
Quince minutos después llegaron a un pueblo hasta una casa de tres pisos de estilo bávaro. Había un helicóptero a un costado del patio de acceso y más de diez guardias con chalecos antibalas armados con ametralladoras.
En el hall de entrada al interior de la casa había una enorme cabeza de un alce que les dio la bienvenida hasta llegar a la sala.
—¿Estás bien? —preguntó Ricardo.
—Sí. Si no es por los vidrios blindados ya estoy muerto.
—¡Alexandre! ¿Estás bien? ¡Mira qué hijo de puta! ¡Si supiera dónde se esconde, lo mataría ahora mismo! ¿Dónde está el auto? —preguntó Arturo.
Salieron a mirar y vieron las huellas de los cinco disparos, uno al lado del otro. El cristal blindado había resistido y le había salvado la vida.
Cenaron y, aunque algo nerviosos, se sintieron protegidos por los guardias armados del pequeño ejército que siempre vigilaba sus reuniones.
—¡No importa lo que pase! ¡Terminaremos el libro! ¡Nada ni nadie nos va a detener! —dijo Arturo como una arenga de vestuario en una final. Lo había hecho tantas veces para dar confianza a sus compañeros de la selección argentina.
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